Indeseables y Plan Hidrológico Nacional

El domingo pasado hubo una manifestación en Valencia oponiéndose al Plan Hidrológico Nacional. Nada del otro mundo si este fuera un país normal: ante un proyecto importante, unas gentes están a favor, otras en contra, otras son indiferentes y muchas: no saben, no contestan. Cada ciudadano tiene un punto de vista y lo expresa. Y los demás ciudadanos, que tienen su propio punto de vista –generalmente diferente-, respetan lo que piensan, opinan y expresan los demás.

Pero la normalidad de nuestro país es más bien limitada. Lo vengo a decir porque hace quince días, estando en Zaragoza, leí unos comentarios en el Heraldo de Aragón sobre el PHN en los que se citaba unas declaraciones del Presidente de la Cámara de Comercio de Valencia en las que afirmaba que quienes se oponen al PHN son unos indeseables . Vaya por Dios, el domingo me junté con varios miles de indeseables que fuimos a la manifestación y, yo mismo, soy un indeseable en opinión de este caballero ¡Quien me lo iba a decir!

Pero esto es una mera anécdota sin ninguna importancia. Comprenderán que no es preocupante ni tiene la más mínima importancia la opinión de este señor. Lo que tiene interés es discutir las cuestiones de fondo de este proyecto. Es precisamente lo que NO se está haciendo: debatir, aportar argumentos y razones, a favor y en contra, intentar persuadir a los oponentes, escuchar con educación lo que dicen las demás partes, sin necesidad de gritar, descalificar o insultar, esforzarse en entender los puntos de vista de los demás… Vaya, lo que se llama diálogo.

Por ejemplo, se está hablando de traer 1.000 millones de metros cúbicos de agua del Ebro porque parece –pero no está claro, ni demostrado ni es seguro- que esa es la cantidad máxima que se puede detraer de ese Río. También puede ser porque 1.000 es un número redondo y es bonito. Pero no se ha calculado, al menos eso me dicen colegas bien documentados, las diversas demandas que existen realmente. No es correcto mezclar la demanda de agua para el consumo doméstico, para las familias y las pequeñas empresas urbanas y turísticas con la demanda industrial o con la demanda agrícola.

La primera es una demanda prioritaria y es exigible que se atienda correctamente, en cantidad y calidad. Pero esa demanda apenas alcanza unos 250/350 millones de metros cúbicos. Y la mayor parte de los ciudadanos de esta región tienen un suministro de agua suficiente. Bien es verdad, que para vergüenza de los gobernantes, hay pueblos en que el agua que sale por el grifo no es potable: tiene nitritos. Y para mayor vergüenza, con un poco de inteligencia y voluntad política, se podría beber agua realmente potable desde hace muchos años. Que pueblos de l'Horta o de la Ribera no tengan agua potable de calidad es para que a los políticos se les caiga la cara de vergüenza. Seguramente, la han perdido, la cara y la vergüenza..

Pero el consumo de boca, en el volumen necesario, ya está globalmente atendido y lo que falta es dotar de suministro adecuado a, quizás, 500.000 personas, en el Sur de Alicante, en la costa, en Carcaixent o Picanya…y para eso hay aquí, en esta región, agua de sobra y de buena calidad. Además, la gente está dispuesta a pagar por ella lo que valga. Y los gobiernos tienen la obligación que por el grifo de cualquier ciudadano –incluso de los turistas que nos visitan- salga suficiente agua potable.

Las otras demandas, sobre todo la agrícola, son demandas no tan básicas aunque importantes y deben regirse por las leyes del mercado y por el derecho de la propiedad. Es normal que un señor de Aspe –por decir algún pueblo del sur de esta región-, propietario de 100 hectáreas de secano, quiera convertirlas en regadío: con ello espera ganar más dinero. Pues lo tiene muy fácil, que compre el agua y la lleve a su campo. Igual que compra el gas oil para su tractor. ¿O es que el agua no tiene precio?

Como supongo que tendremos ocasión de hablar sobre este asunto los próximos meses y años – y quizás decenios…- deseo hacer tres observaciones. La primera es que nadie es indeseable, ni tan siquiera el señor Virosque. Todos tenemos algo que decir aunque los demás no estén de acuerdo con lo que digamos. La segunda es que las necesidades reales de agua son, exclusivamente, las de consumo de boca. Las restantes demandas son para actividades económicas y, por ello, deben estar sujetas a argumentos económicos, entre ellos, el respeto a la propiedad de este factor de producción (Por cierto, ¿quién es el propietario del agua que lleva el río Ebro?). Y tercera, el agua, como el gasoil, los abonos o los salarios, tiene un precio que se forma en un mercado. Y que la demanda de agua no es una cifra cualquiera estimada por alguien desconocido sino que depende de su precio.

Como presunto indeseable, no aspiro a tener razón ¿quién la tiene? Simplemente a exponer mi opinión. Por cierto, me gustaría conocer los argumentos del Sr. Virosque por los que está a favor del PHN.