Luis Francisco Herrero
Arquitecto
La Punta cae. Las gentes que durante generaciones trabajaron aquellos terrenos pantanosos para convertirlos en fértil huerta, tienen que irse a su pesar.
La Punta fue declarado suelo no urbano de especial protección por el Plan General de Ordenación Urbana de 1988. La Autoridad Portuaria puso sus ojos sobre la Punta y los políticos de turno - del PP y del PSOE- desde la Alcaldía, el Ministerio de Obras Públicas y la Generalitat Valenciana, se precipitaron a firmar un convenio que hiciera posible su negocio mediante la expropiación forzosa: ¡viva el libremercado!.
Desde ese mismo momento, los que conocían la Punta alertaron de la pérdida de setenta hectáreas de patrimonio paisajístico, de una huerta de gran valor, según un estudio del propio Ayuntamiento. “Conocerla es amarla” y desde fuera de las Instituciones, algunos ciudadanos se movilizaron para salvar la Punta. Como resultado del interesante debate, surgieron algunas alternativas para buscar localizaciones alternativas a la imprescindible ZAL portuaria: el Puerto de Sagunto, terrenos en la desembocadura del Turia mediante el desvío de su cauce, ...
El pasado 18 de Julio, la Autoridad Portuaria presentó su nuevo Plan de Infraestructuras 2002-2006. En el se prevén, entre otros, ¡oh casualidad!, la ampliación del Puerto de Sagunto y el desvío del antiguo cauce del río para apropiarse de los terrenos de su desembocadura. Es decir, donde algunos vimos alternativas que evitarían la desaparición de la Punta e, incluso, harían innecesario el acceso norte, la Autoridad Portuaria ve próspero negocio: la Punta sí, pero también Sagunto, y la desembocadura del río, y el acceso norte, y ... ¡que nos zurzan a todos!
¿Y ...? Y además, el Plan prevé construir un nuevo dique al norte del Puerto, perpendicular a la playa de las Arenas desde su punto de confluencia con el muelle de Levante. ¿Cuánto tiempo tardarán los políticos de turno en ponerse a las órdenes del negocio portuario? ¿Qué ocurrirá con las inversiones realizadas por la ciudad en el Paseo Marítimo cuando la orilla del mar se encuentre a más del doble de distancia que se encuentra hoy? ¿Qué pasará en las playas del sur, Pinedo, el Saler, el Perelló ..., cuando vean mermado el, ya insuficiente, flujo de arena que les llega? ¿Qué incidencia puede tener el nuevo dique en la pervivencia, como laguna costera de agua dulce protegida por una restinga arenosa cada vez más estrecha, de la Albufera - por otra parte ya amenazada por la presión urbanística que supone la ubicación de la ZAL en La Punta?
Pero los deseos de la Autoridad Portuaria, son órdenes para los políticos, y en este trance, la ciudad es un súbdito del Puerto, una empresa que hace y deshace a su antojo. Mientras tanto, ¡que a nadie se le ocurra pensar alternativas!.
Denunciemos las consecuencias de las obras que emprenda el Puerto en su particular carrera en la lucha por liderar el ranking de puertos mediterráneos. Y digo particular porque, si bien es cierto que Valencia necesita un puerto importante generador de riqueza y empleo, el puerto necesita una ciudad importante, una ciudad que, además del puerto tiene otras riquezas que no deben ser hipotecadas por la actividad portuaria. Ambas realidades han de ser capaces de convivir.
Denunciemos la incapacidad del poder municipal, democráticamente elegido, de los políticos y sus técnicos, para consensuar y precisar el vago objetivo de volcar Valencia al mar y poner límites a la voracidad portuaria. En este y en otros asuntos, la participación ciudadana es denuncia y resistencia frente a la agresión a los valores reconocidos como patrimonio cultural, sobre todo cuando detrás de esos valores existen personas afectadas.
último episodio: la Federación de Vecinos, sin los vecinos de la Punta, pacta a sus espaldas con la Autoridad Portuaria y solicita de ellos, de los agredidos, moderación y resignación. Ni siquiera la exigencia de una mínima dignidad para aquellos que son expulsados: la ZAL comienza por los derribos, no por la edificación de las prometidas viviendas de realojo y los no menos prometidos equipamientos. Primero los derribos, desarraigar y dispersar sin escrúpulos, o con el escrúpulo del gran negocio.
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