La otra quema de libros

El impacto de la contaminación derivada del tráfico sobre la salud de la población de Austria, Francia y Suiza es responsable de más de 21 000 muertes prematuras al año, así como de más de 25.000 nuevos casos de bronquitis aguda entre los adultos, de más de 290. 000 episodios de bronquitis entre los niños, de más de medio millón de ataques de asma y de más de 16 millones de casos de restricción de actividades, medida en persona/día (“Hacia una estrategia temática sobre el medio ambiente urbano”. Comisión Europea 2004.)

Lo cierto es que los combustibles/auto han subido los precios mas del 20% en el último año y los consumidores seguimos despilfarrando igual. Aunque desde hace más de tres decenios, cuando los informes de Pestel-Mesarovic aseguraban que las reservas de combustibles fósiles estaban a punto de agotarse, ya que las conocidas en ese momento no les asignaban más del tiempo del que hasta que hoy ya ha transcurrido, no parece que el mundo civilizado haya cambiado de modos. Los hallazgos de nuevos yacimientos al final del siglo XX han servido de pretexto para que se continúe despilfarrando y, sin embargo, hoy, más que entonces, tenemos datos para saber que de verdad y pronto se acabará ese precioso material que sacamos de las profundidades de la tierra y del mar. Desde que se empezó a usar el petróleo como fuente de energía, hace unos cien años, no ha habido voluntad de reflexionar acerca de lo acertado o equivocado de esa decisión.

Cualquier objeto, organismo o “cosa” material en la que podamos pensar tiene sus características como consecuencia de tan solo tres atributos: primero, está formado por un número determinado de átomos (de los 104 que existen, no hay más); segundo, en su elaboración se consumió una determinada cantidad de energía y tercero, se organizó todo según un “plano” que permitía saber donde tenía que situarse cada uno de los átomos (información). Considerar este hecho permite adoptar una postura crítica bastante objetiva (si no nos olvidamos de nada) frente a determinadas historias. Así, por ejemplo, nos permite incluso emitir juicios de valor cuando, al enterarnos de que la Giralda fue cimentada con piedras traídas de las ruinas romanas de Itálica nos parece que fue en su tiempo una barbaridad. ¿Por qué una barbaridad?... pues se reutilizaban materiales y se ahorraba la energía necesaria para extraer nuevas piedras de las canteras... Porque se perdía una enorme y valiosa información (eso que algunos llaman cultura) que poseía la construcción romana.

Viene lo anterior a cuento precisamente porque creo que se dan unas circunstancias parecidas en nuestros días en lo que respecta a nuestra opción energética. Si los arquitectos musulmanes en Sevilla son acusables -con nuestra perspectiva- de bárbaros, parece que los “homo ¿sapiens?” de los últimos cinco decenios mereceremos ya, cuanto menos, el calificativo de estúpidos.

Los materiales que quemamos hoy en nuestros motores también tienen: a) una composición (mayoritariamente carbono e hidrógeno, pero también átomos de todos los elementos), b) poseen una energía acumulada que tiempo atrás las plantas fueron capaces de acumular a través de la fotosíntesis y c) propiciar la formación de diversas formas de biomasa, es decir, materia muy estructurada que, en la fosilización subterránea de milenios todavía mantiene estructuras químicas, es decir “información”. Lo que sacamos de la tierra es una mezcla compleja; las moléculas más simples que salen de las perforaciones son el mismo hidrógeno elemental y gas metano CH4. El resto son moléculas de complejidad muy diversa, a veces con organizaciones de cientos de átomos. Cuando se queman en el aire darán lugar mayoritariamente a vapor de agua, óxidos de carbono y óxidos de nitrógeno así como otros gases y cenizas en cantidad menor.

El interés exclusivamente energético por los hidrocarburos es un punto de vista tan estúpido como el interés de los constructores por las piedras de un monumento histórico como material de construcción. Para dar mayor facilidad a la combustión en las máquinas de quemar (motores) disponibles, la mayor parte del petróleo se “craquea” es decir se rompe para hacer las moléculas sean mas pequeñitas y tengan un buen arder. Se renuncia a aprovechar lo que –cuando ya no quede- identificaremos como el atributo más valioso de los hidrocarburos fósiles: La Información.

Hoy ya tenemos criterio (y tecnología eficiente) para saber que en los hidrocarburos, por cuya posesión provocamos guerras y cuando los tenemos nos limitamos a quemarlos, son -y deberían ser en mayor medida- fuente de materias primas, materiales de síntesis para producir objetos, abonos, pigmentos, materiales de alta tecnología y medicamentos e incluso proteínas para alimentación de ganado o de seres humanos. En la combustión solo usamos la energía y, además, organizamos a los productos de la combustión que producimos en nuestras emisiones de residuos de manera que provoquen los mayores perjuicios ambientales para la tierra.

Quemar petróleo o sus derivados para generar solo energía es, otra vez, como quemar libros.