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Publicado el 21 - 12 - 2003 en Diari Levante - EMV
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Perdone... ¿le estoy pisando?

Eduardo Peris Mora

Universitat Politècnica de València

¿Es sostenible la ciudad de Nueva York?. Depende. Si el actual orden internacional se sostiene, la ciudad de NY podrá seguir consumiendo fantásticas cantidades de recursos a la vez que, a través de una economía internacionalizada, la contaminación producida por su funcionamiento se manifestará muy lejos de la isla de Manhattan. Visto así, es una ciudad sostenible por la simple razón de tener el poder político necesario para sostenerse. (M. Vazquez Espí. 1998)

En las discusiones que tuvieron lugar durante la última conferencia de ONU sobre medio ambiente celebrada en Johannesburgo 2002 se puso de manifiesto que las ciudades son enormes consumidoras de recursos y energía; al mismo tiempo las ciudades son las que podrían hacer más fácil la mejora de la calidad de vida de los humanos si se aplicasen criterios de gestión sostenibles. En las ciudades resulta más sencillo organizar servicios sociales, producir bienes y generar cultura. El impacto que sobre el medio ambiente provoca cada población depende de su propio modelo cultural.

En 1996 Wackernagel y Rees publicaron su libro “Nuestra huella ecológica” en donde se proponía un indicador del impacto medioambiental de los diferentes modos de vida y culturas del planeta. Desde entonces la idea de usar ese indicador para comparar las diferentes actividades humanas se ha extendido muy rápidamente. La idea de huella ecológica (HE) no puede ser más simple. Se trata de analizar cualquier actividad y, suponiendo que sea posible su desarrollo de forma indefinida en el tiempo, asignarle la extensión de suelo o superficie marina productivos que generarán los recursos naturales renovables que la hagan posible. Son necesarios recursos procedentes de la tierra para alimentar a las personas, para producir materiales con que atender necesidades y consumos además de una cierta extensión productiva, para reabsorber el anhídrido carbónico de su respiración y de las combustiones. Se supone que se queman solo combustibles regenerables, tipo bioalcohol o similares que permitan atender de manera sostenible los requerimientos energéticos.

Los impactos que producen los diferentes modos de vivir han sido evaluados utilizando la “huella ecológica” y los resultados son tan concluyentes que sorprende no hayan servido aún para reconsiderar algunos patrones de vida y orientar con precisión los programas políticos de los partidos. Si se realiza un cálculo global, la capacidad de carga que podría soportar indefinidamente la superficie productiva de la tierra solo permitiría asignar 1,75 Ha de extensión de productividad media a cada habitante. Ha sido elaborada una lista de 100 países a partir de los consumos de energía y materias primas, ordenados por la magnitud de su huella ecológica. La cabecera la ocupan Los Emiratos Arabes 15,99 Ha/h; EEUU 12,22; Kuwait 10,31. El valor medio que sería sostenible en esa lista lo ocupan los países números 78 (Argelia 1,79) y 79, Irak (1,73). Se podría interpretar que quien gasta más de lo que podría tener asignado “está pisando” –dejando su huella- al resto de la humanidad. España, con 5,50 Ha/h ocupa el lugar 26. y ese valor significa que, en números solo aproximados, entre los 40,6 millones de españoles necesitaríamos 223,3 millones de Has, es decir 2,233 millones de Km 2 de suelo, mientras que nuestro país tiene solo medio millón de Km 2 incluyendo desiertos no productivos, suelo ocupado por ciudades, el asfalto de las carreteras, otras construcciones e infraestructuras, etc. Es claro que la productividad de una buena parte del territorio español es muy baja, así que nuestro país, si se desease una cierta autosuficiencia, resulta ser una unidad medioambientalmente insostenible; nuestra huella alcanza áreas de otros continentes y mares (cuya productividad también es muy limitada) y nos vemos obligados a “pisar” o “importar huella” del extranjero.

¿Y las ciudades?. La insostenibilidad de las ciudades ha sido muchas veces denunciada. Algunas de las ciudades españolas ya se han preocupado de medir su huella y, aunque no resulta muy correcto comparar resultados procedentes de diferentes fuentes, se ha calculado la huella de los habitantes de algunas ciudades considerando solamente la “actividad vegetativa de la población” (alimentos, transporte..) como Sevilla (2,91) y Barcelona (3,5).

Siendo el automóvil la medida de todo proyecto urbano en nuestro entorno, conviene considerar algunos aspectos: Por ejemplo, en los últimos anuncios publicitarios de automóviles aparecidos en la prensa aparecen, junto a las cualidades estéticas del auto anunciado, los valores de las emisiones de anhídrido carbónico a la atmósfera. Eso hace pensar que 1) el potencial consumidor, al que se intenta provocar con el anuncio, parece estar predispuesto en la actualidad a decidir sus compras aplicando criterios medioambientales; el ecologismo “vende”. Y 2) que cuando se circula en auto por una ciudad en donde no se hacen las cosas para potenciar el transporte público, la bicicleta, etc., un auto medio emite, según ese publicidad, más 200 gramos de anhídrido carbónico por cada Km de recorrido urbano. El bosque mediterráneo es capaz de reabsorber aproximadamente unos 125 gramos de Carbono por m 2 y año. Así, quien use poco su automóvil…. “solo para ir al trabajo”… y haga al año 25000 km, aumentará su huella en 1 Ha. O lo que es lo mismo: necesita disponer de una extensión aproximada de doce anegadas de suelo fértil que se ocupe solo de limpiar sus emisiones.

Un estudio de la escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Catalunya estimaba que la construcción de viviendas, como consecuencia de las huellas de la construcción, uso y mantenimiento de las mismas -en una suposición de 50 años de vida útil- producirá la emisión de 1500 Kg de CO 2 por metro cuadrado y año. Así pues, si se construyen, por ejemplo 10.000 nuevas viviendas en Valencia (supongamos que de 80 m2, es decir 800.000 m 2 ) tal como anuncian Ayuntamiento y la Generalitat, alguien debería explicar donde se encuentran las 9600 Has que podrán absorber los 12.000.000 de Kg de CO 2 que necesitan para hacer sostenibles esas nuevas construcciones. Eso si de verdad se pretenden cumplir los compromisos de sostenibilidad suscritos por nuestros políticos

De lo anterior, y a favor de la sostenibilidad que ha sido prometida por nuestros representantes municipales, se deduce, inequívocamente, que al menos es preciso:

A) Cambiar la filosofía de potenciar el automóvil como medida del urbanismo trasnochado, peatonalizar y potenciar los transportes sostenibles.

B) Replantear y cambiar la política de construcción por la política de renovación y aprovechamiento racional de las decenas de miles de apartamentos vacíos.

Generar “huella negativa”, aumentando la productividad (más verde) del suelo urbano y (¡qué remedio queda!) comprar huella reservando fuera del territorio propio las reservas intocables de suelo mediaombientalmente productivo que necesitamos para gestionar nuestras emisiones.

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