Col·lectiu Terra Crítica
Grupo formado por 24 profesionales procedentes de áreas relacionadas con el urbanismo, medio ambiente, economía y sociología
En la primera década del milenio está surgiendo una nueva generación de planes de urbanismo. Más que redefinir el desarrollo urbano apuestan por un crecimiento desmesurado, por crecimientos ilógicos en cuanto a previsiones demográficas, ocupación del territorio, edificabilidad y consumo de recursos. Alacant, Dènia, Guadalest, Vilamarxant, Bètera, El Puig, València, Benicàssim, Alcalà de Xivert... redactan nuevos planes o revisan los existentes con ese horizonte cuantitativo que, a menudo, desprecia las condiciones de habitabilidad humana. Si se suma la totalidad de superficies urbanizables se llega a una magnitud astronómica, absurda...
1. El primer componente de muchos de esos planes es prever la expansión urbana sobre cualquier clase de terrenos, sin consideración de sus condiciones geográficas, de las actividades que hasta hoy se dan en su seno, de los valores en uso que caracterizan su función en el conjunto del territorio o del impacto de su urbanización en el paisaje. Algunos de esos suelos son irrepetibles, como las huertas en activo, determinadas porciones del secano, zonas boscosas y muchos de los espacios de la línea marítima, quizá los más persistentemente apetecidos y destrozados en el caso valenciano. Esa singularidad convertiría en irreparables los daños producidos por las expansiones edificadas, unas pérdidas que hay que valorar no solo en el ámbito regional, también en lo que suponen para la comarca y para el municipio concreto.
2. Constatamos que muchos de esos nuevos planes en redacción nacen de apriorismos, lanzan propuestas sin relación con las necesidades, potencialidades y posibilidades del municipio correspondiente. A menudo no hay bases argumentales, no existen los estudios previos sobre recursos hídricos, agrarios y forestales, las capacidades financieras del municipio, los valores naturales, que incluyen un bien escaso llamado paisaje, o la singularidad climática. Sí, las memorias informativas de los planes suelen cumplir con las formas, pero sin que después se pongan en relación con las memorias justificativas de lo que proponen. Comprobamos también que los nuevos planes pretenden colocarse bajo la advocación de la sostenibilidad sin que ello tenga nada que ver con lo que en realidad planifican.
3. Las expansiones urbanas previstas son crecimientos sobre los que nadie ha considerado sus repercusiones en la factura energética, difuminada en los bolsillos del contribuyente y en el sufrido gasto público. A mayor dispersión edificada o ensanchamientos innecesarios de lo construido, las necesidades de transporte aumentan. Cuando la expansión es a base de crear zonas para una única función (centros comerciales o barrios dormitorio) y de bajas densidades, la movilidad ha de ser por fuerza la basada en el vehículo privado, el público no es rentable. Por otro lado, a mayor proliferación de unifamiliares más consumo de recursos durante la construcción y después de edificar, entre otras razones por nuestra afición a las climatizaciones artificiosas. Tampoco estaría mal reflexionar sobre los tejidos sociológicos que generamos con esa dispersión.
4. A mayor expansión de lo urbanizado, los costosos esfuerzos financieros de los municipios también van a dispersarse, los siempre insuficientes recursos económicos de los ayuntamientos tendrán que atender más ámbitos, mas espacios y mas servicios ciudadanos. éste es un problema muy grave de lo que se está diseñando en los nuevos planes, porque los crecimientos sin mesura en un futuro próximo generarán necesidades presupuestarias no previstas. Es falso que cuantas más licencias de obras y mas impuestos de bienes inmuebles cobre un ayuntamiento mejoraran sus perspectivas, porque los factores que conforman un presupuesto municipal son bastante más complejos.
5. La mayor dispersión en el territorio de las inversiones municipales, consecuencia de la proliferación de necesidades, suele desviar inversiones de donde son más urgentes. La recuperación de centros históricos, la puesta en valor del patrimonio inmobiliario degradado, la reurbanización de espacios urbanos maltratados, que a menudo se hicieron originariamente sin calidad y sin dotaciones, o la regeneración medioambiental de tantos aspectos de la ciudad existente: todo eso requiere inversiones continuas, programadas y a largo plazo... que precisamente se suelen aplazar por falta de recursos y de ideas. Los planes desarrollistas, así tendremos que calificarlos porque se hermanan con los de la generación de los años sesenta del siglo XX, de infausto recuerdo, aún cuando con las nuevas leyes se garantice la urbanización tienden a mantener y agudizar los problemas y déficits pendientes, raramente los subsanan.
6. Si en los nuevos planes se tienen solo en cuenta las indicaciones de los sectores interesados en el negocio inmobiliario, miopes en su apuesta unilateral por la obra de nueva planta e insensibles a todo lo que no sean rentabilidades inmediatas, la calidad habitable de nuestros municipios se resentirá, dilapidaremos el patrimonio natural de todos, incluidas las generaciones futuras, y a veces nos cargaremos los atractivos de nuestros municipios. A largo plazo ¿los costos mediambientales, culturales y lúdicos de ese crecimiento, que pagaremos todos, merecen compararse con los beneficios económicos a corto plazo que obtienen unos pocos? ¿Es esta una buena perspectiva? Mal hacen aquellos ayuntamientos, como el de Alacant, que miran en exclusiva hacía los sectores inmobiliarios. Sin embargo, la planificación urbana ha de redactarse con la participación de todas las gentes de la ciudad, comenzando por los ciudadanos en cuanto que usuarios de ella. Así se podrían descubrir muchas aspiraciones urbanas, frecuentemente relacionadas con lo que ya existe o con potencialidades ignoradas, que quedan fuera de la planificación.
Mientras que en algunos municipios puede estar justificado un crecimiento ponderado, en algunos otros es hora de plantearse un crecimiento cero. En todos la cuestión de la calidad urbana deviene fundamental. Y la visión comarcal o metropolitana es ya urgente e inexcusable. Es de una gran zafiedad pensar hoy que el progreso es construir más. Progreso es la aplicación de un urbanismo contenido, sensible, racional e integrado.
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